Muchas veces “motivamos” a los niños a realizar sus tareas escolares a cambio de un tiempo con el celular y, sin darnos cuenta, reforzamos lo primero como desagradable y lo segundo como recompensa.
Por Paola Celi. 11 octubre, 2022. Publicado en Correo, el 11 de octubre de 2022.Siempre que esté bien diseñada, la tarea insiste en el aprendizaje construido en el aula o permite aprender la teoría necesaria para la clase (flipped learning). Por lo que debe evitarse el contraste entre la tarea y ver televisión o comer un helado; ya que se refuerza la dualidad castigo / premio o desagradable / agradable. Una solución podría ser elaborar una lista de “actividades” en la que estén incluidos tanto los deberes como los ratos de ocio, sin etiquetas.
Por otro lado, ya que las recompensas intervienen en la formación de los hábitos y en la motivación, son muy importantes. Un adulto se da cuenta de que estudiar un posgrado puede favorecer su crecimiento profesional, su posición en el trabajo y su salario. Es decir, es capaz de valorar las recompensas al final de un gran esfuerzo y de mantenerse motivado por estas.
No pasa lo mismo con los niños, por eso, debemos tener cuidado cuando les entregamos recompensas materiales como premio a pequeños esfuerzos. Su juguete preferido a fin del año escolar, después de haber logrado los objetivos de aprendizaje (no me refiero a los diplomas), parece razonable. Pero un juguete cada vez que desarrolla una tarea podría ser contraproducente porque estaríamos “comprando” su voluntad.
Estos cambios en las situaciones cotidianas de la dinámica familiar favorecen la educación de los niños en casa.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.